Es la forma en la que el cerebro reconoce las emociones y  las regula para enfrentarnos a las adversidades que se nos presentan en la vida.  La capacidad de auto-motivarse, de controlar los impulsos, de ser optimistas para buscar soluciones a los problemas cotidianos sin caer en la desesperación o el derrotismo.

El nivel de expectativas ha de ser alto, solo así se será capaz de afrontar todos los retos que se presenten.  Ser conscientes de que, para lograr los objetivos se tiene que estar dispuesto a fracasar y se tendrá que aprender a sufrir.

La recompensa es demasiado grande como para que no nos esforcemos

¿Por qué interesa trabajar este aspecto de la inteligencia?

Igual que las maniobras, las salidas, la táctica, etc... la inteligencia emocional se puede entrenar y ello dará una mayor tranquilidad y control de los nervios, miedos e inseguridades a la hora de tomar decisiones importantes en los momentos de la competición.

Todos los deportistas, en momentos importantes, se han sentido frustrados por no conseguir el resultado deseado, por haber tomado una decisión errónea, por haber dudado al tomar una decisión y ver como la oportunidad ha pasado, etc...

Muchos de estos problemas son debidos al miedo que se tiene al fracaso o incluso al triunfo, el dudar si se está preparado para competir contra los mejores, el no aceptar los propios errores, etc...

Entrenando el control de las emociones se podrá guiar eficazmente los esfuerzos para conseguir de una manera exitosa los objetivos que se planteen.

Federico Alonso